jueves, noviembre 01, 2007

Recuerdo que regresa y se va

Me asomo en mi ventana, y veo la noche tranquila, y los árboles duermen, y el viento duerme, y la soledad y el silencio predominan. Fijo mis vista en cualquier cosa: en la luna, en un farol, en la calle vacía, en una ventana con la luz apagada. Trato de que mi mente descanse un poco del trabajo, de que se recupere del agotamiento que brinda el pensar.

Y su recuerdo viene a mi mente.

Yo sé que me prometí no recordar, no reflexionar, ni siquiera que su imagen estuviera por un segundo en mi mente. Yo, más bien, deseaba con gran ímpetu poder deshacerme durante un par de días de ese recuerdo, para que, al final de esos días pocos, pudiera tomar una buena decisión.

Pero parece que mi ser no quiere que el recuerdo se vaya. He tratado durante el día de poner mi mente en otras tantas cosas, y sin embargo, aquel pensamiento regresa a mi, de cuando en cuando, por instantes, como brillos poderosos pero efímeros en mi cerebro. De pronto me encuentro, sin darme cuenta, entre ideas que claramente quieren llevarme de la mano a pensar en aquello.

Y yo sé que no tiene el menor caso pensar en esa idea, cuando quien origina la idea no está a mi lado. No por ahora. Y es por ello que me trato de convencer con todas mi fuerzas de que tratar de preveer lo que pueda pasar no tiene el menor sentido.

Y sigo tratando, y sigo tratando, y sigo tratando.