jueves, mayo 10, 2007

Una idea en la cabeza

Me rondaba una idea en la cabeza de la que no quería hablar sino después de llevarla a cabo; ahora que no sucederá puedo hablar de ella.
Goethe, Werther.

lunes, mayo 07, 2007

Goethe?

Goethe es un famoso escritor alemán, conocido principalmente por su obra emblemática, "Fausto".

Pero antes de hizo de renombre en su época con su novela "Las cuitas del joven Werther", que viene a ser un bálsamo para los jóvenes sentimentalmente tristes por un amor no correspondido.

Supe por vez primera del libro mientras leía "La inmortalidad", de Milan Kundera.

Ahora, lo más interesante de todo, es que un conocido mío dijo que "¿Esta historia no es acaso una que podría bien tener sitio en Puebla? ¿Historia carlística? Juzgad.

"El joven Werther relata, por una serie de cartas, al amor que siente por Charlotte, una joven que está comprometida con un oficial cuando Werther la conoce. Confundido por la amistad que le demuestra ella, pero sobre todo por su imaginación -avivada por sus lecturas-, Werther pierde poco a poco el contacto con la realidad".


Místico.

domingo, mayo 06, 2007

Me acostumbré

"Me acostumbré tanto a anhelar algo, que ahora no puedo anhelar otra cosa."

Carlos Alberto Cortez

* La frase que ingenuamente considero como buena cuando simplemente es rara.

sábado, mayo 05, 2007

Las cosas de las que me arrepiento

Pensaba escribir una serie de cosas de las que me arrepiento: amores, desamores, proyectos sin éxito, peleas, errores estratégicos, amores meramente mentales, entre otras cosas.

Ahora bien, seré franco, y diré que aquella frase que reza algo como "de lo único que me arrepiento, es de las cosas que no intenté", es ya bastante vieja y conocida como para que la mencione y eche a andar un poco las ideas sobre ellas.

Más bien, me parece que una frase más deliciosa, más suculenta para la mente, sería una como:

De lo único que me arrepiento, es de mis aciertos.

Por cierto que la frase original es más larga, con un par de ideas más, pero la verdad es que únicamente se habría hallado sobre cargada.

Y así como es un recurso en el género de terror -novelas, cuentos, películas- el que el mal permanezca escondido, para que se reproduzca morbosamente en la mente de los espectadores, así quiero yo que esta frase sea: que cada quién le interprete a su forma, por simple que pueda ser.

¿No alguien había dicho que las cosas simples de la vida son las únicas necesarias?

jueves, mayo 03, 2007

Cuándo aceptar, y cuándo no (2)

Acerca de lo general.

Mi primera aproximación a ésta idea es en cuanto a lo general: a la sociedad, a las costumbres, a la moral, a la ciudad en la que vivimos, y las personas que en ella viven.

¿Qué cosas cambiar de esta sociedad, de esta ciudad, de este país, y qué cosas no? He allí la cuestión más importante de este rubro.

En el pasado, en mi país -México de mis amores y mis tristezas-, mucha gente se ha acostumbrado tanto, por ejemplo, a la cultura de la tranza de la era del PRI (para el que no lo sepa, es un grupo político que durante varias décadas mantuvo el monopolio del poder, mantieniendo en una deplorable situación al país). Y estan tan acostumbrados, que le ven natural, e incluso, ellos mismos se justifican al hacerlo, declarando que "no hay otra forma en que se hacen las cosas". Una conocida mía, que por cierto estudió algo relacionado a las ciencias políticas, de una gran tradición del PRI en su familia, mencionaba que para ella era de lo más natural "que las élites vivan bien, a costa del pueblo", ya que esa es la forma en que el mundo se mueve, y hay que aceptarlo. Así como ese, muchas personas se han acostumbrado mucho a diversas costumbres que afectan a la sociedad en su conjunto, mas, viéndolas tan arraigadas, no pueden pensar siquiera en la posibilidad de un cambio -que, desde luego, sería muy complicado y tardado, mas nunca imposible-.

Hay, por otra parte, personas que pensamos que las cosas pueden cambiar, o más bien, que deben cambiar. No importa que sean difíciles, no importa que otras costumbres estén tan establecidas, no importa que tome tiempo, quizás décadas, hacerlo. Siempre es necesario, por complicado o tardado que sea.

Desde luego que la cuestión persiste: ¿qué cosas cambiar de la sociedad nuestra, y qué cosas simplemente aceptar?

martes, mayo 01, 2007

Porqué él sí y no yo

No, mi intención no es quejarme del porqué una chica escogió a otro, y a mi me hubo de deseñar, no. Tampoco quejarme acerca de un puesto que le dieron a un cierto tipo en vez de a mí. Y en general, no me quiero quejar de lo que, en general, podría pensarse al leer el título.

Más bien mi queja va encaminada a algo mucho más simple, mucho más tonto quizás, y quizas ridículo, sin la menor importancia. Simplemente quiero expresar mi desazón con respecto al juicio que sobre mi (no) humilde persona ejercen muchas personas a mi alrededor, no porque sea éste incorrecto o infundado, sino porque me hacen ver más patán de lo que verdaderamente soy al compararme con otro amigo mío, más joven que yo, he de decir.

Todo comenzó en una tarde en un café, en que me hallaba sentado con una amiga platicándo acerca de mil cosas -lo intrascendente es lo único interesante hoy día, pareciera ser-, cuando, de pronto, le comenté algo al respecto de una chica con la que alguna vez había salido. "Ese acto estuvo muy mal, mi querido amigo", dijo. No tuve más que asentir.

Y al poco rato, ella comentó que le parecía muy gracioso que un amigo nuestro, al que llamaré Julián, le hacía la corte a una damisela. Decía que a ella le parecía bonito -¿pero qué diablos es considerado hoy bonito?- que él se le hubiera declarado a los pocos días de conocerse -a pesar de que ella no hubiera dado el espacio necesario-, que era encantadora la forma en que él hacía cosas que ella le prohibía, y cosas así.

Olvidémonos del punto de vista que ustedes como lectores, y yo como narrador, tenemos sobre esta clase de comportamiento. Simplemente, centrémonos en el punto de vista de esta querida amiga mía, que dice, en otras palabras: adoro ver la inmadurez con la que demuestra su interés por ella. En esa frase hay que poner atención en un par de palabras: en inmadurez, y en interés.

En su libro "La inmortalidad", Milán Kundera menciona, en alguna parte del libro -me parece que al principio-, que un personaje suyo, Agnes, cuando era una jovencita, por un lado disfrutaba ver la inmadurez de un pretendiente suyo, pues eso demostraba que estaba verdaderamente interesado en ella; y por otra parte, esa inmadurez le molestaba.

Me atreveré a decir que el punto de vista de mi amiga es muy parecido: en esa inmadurez hay algo simpático. Hay, dentro de eso, un par de cosas que observar: la primera es el hecho de que ciertas acciones, cometidas en cierta edad, son lindas, mas en otras resultan una verdadera aberración. La segunda cosa, es que mi amiga disfrutaba ver esta clase de cosas en la inmadurez del amigo nuestro, Julián, pero porque ella no era parte de ese acto.

Vayamos por partes. Primero, con respecto a que hay acciones que se critican y censuran a cierta edad. Durante la plática, yo mencioné cierto error que cometí con una linda chica hace apenas medio año. La amiga mía no se reservó palabra de crítica alguna, tachándome, incluso, de "necio, tonto y obsesivo" (yo diría que la palabra caprichoso es suficiente). Mas, luego, este amigo nuestro, Julián, no sólo había incurrido en el mismo error, sino que lo había hecho más grande. Pero, pare Julián no hubo palabra alguna de censura, sino todo lo contrario: mi amiga hablaba de cuán tierno se había mostrado. Esto me mostró dos cosas también: la primera, que un acto así puede, en cierta forma, ser considerado bueno cuando se tuvo éxito -por más tonto o estúpido que pueda ser-, convirtiéndose en algo admirable; mas, cuando se falla, sólo existe como un error garrafal, convirtiéndose en un acto plenamente censurable. Y la otra cosa es que esta comparación, entre este amigo y un servidor, es que mi error, a mi edad, es una tontería, mientras que, cometido a su edad, es un encanto esa inmadurez. Es decir, hay cosas que son peor vistas en personas de mayor edad -vicios, excesos, etc, pero nunca había visto que el mismo hecho tuviera connotaciones completamente diferentes a edades distintas.

Ahora bien, el segundo más importante aspecto, es que hay actos que se nos parecen lindos, siempre y cuando le ocurran al pŕojimo. Porque esta amiga mía, dentro de todo, había tenido a su vez un pretendiente hace cierto tiempo, el cual cometía con ella toda clase de excesos, y dentro de éstos, muchos en los que incurríamos Julián y yo (ella misma los cometió durante cierto tiempo). Así que una vez que la relación llegó a su fin, no pudo soportar que otro hombre se comportara de esa forma con ella. Pero una vez más, no dejaba de calificar a lindo lo que Julían hacía, claro, ¡mientras ella no fuera parte de la escena!. Quizás era, ahora que lo pienso, por la seguridad de ver la obra como una mera espectadora. Es así que hay personas que aman las películas de terror -aunque un suceso así en sus vidas es lo menos que esperan-, o las tragedias -que nadie desea experimentar-. Así que ello era lindo, siempre y cuando ella no estuviera inmiscuida en ello.

La crónica nos deja dos cosas: para algunas personas, hay actos que a edades distintas, pueden tener pesos completamente distintos. Y el segundo punto, es que a veces resulta conmovedor o satisfactorio observar distintos actos pintorescos, simpre y cuando nosotros seamos meros espectadores.