sábado, junio 30, 2007

Que te te ruegue quien no se quiera

No sé cómo comenzar esta entrada. Y sé que está muy mal.

Es decir, tengo muy clara la idea en mi mente, pero no sé cómo comenzar a desarrollarla. Así que aquí voy.

Hay una muy popular canción que, en una de sus estrofas reza algo como: "Que te ruegue quien te quiera".


Pero a mí, de pronto, se me hubo de ocurrir una leve variación, quizás más acertada (según yo, desde luego). Porque me decía a mi mismo hasta hace poco: si ruegas, es sí, quizás por que quieres. Mas hay desde luego veces en las que el ruego se da en tan malas condiciones, en tan deplorable situación para uno, que no queda más que decir: que te ruegue quien no se quiera.

En otras palabras, hay que tener dignidad aunque sea de vez en cuando, creo. Y digo que 'creo', porque muchas veces es mucho más fácil dar consejo que seguirlo. Y así somos las personas, para mal, 'creo'.

jueves, junio 28, 2007

Por momentos

Por momentos me hallo pensando sobre qué hacen muchos de mis amigos, tras habernos separado o el tiempo o el espacio. Y me trato de imaginar qué hacen en estos momentos precisos: si leen, si platican, si comen, si sueñan.

A veces dicen que la distancia es el olvido. Y a veces, también, dicen que lo es el tiempo mismo. Que el tiempo cura las heridas. Que la distancia es el apoyo para superar una tristeza. Y quizás sea muchas veces así.

Pero son la distancia y el tiempo actores distintos bajo una amistad. En una amistad, no vienen a hacernos olvidar del amigo, ni que le dejemos de estimar. No es la distancia la que impide que pensemos en él de cuando en cuando, por muy lejos que estemos el uno del otro, ni hace que vivamos como si nunca le hubieramos conocido. Son, en contraparte con una relación pasional, factores que no nos llevan al olvido.

Porque no importa que hayan años luz entre mis amigos y yo, o que nos separen eones tras la última vez de habernos visto, pues si nuestra amistad fue sembrada de manera apropiada, no en terreno fértil, habrá algún día de dar frutos.

No es el olvido lo que se añora con el tiempo, ni con la distancia. Pero, tantas veces, ¡ah! es un bálsamo para quienes no tenemos otra alternativa que esperar que una pasión se vea convertido, por ayuda de ellos, en una amistad, en vez de quedar sumida en un terrible olvido eterno.

Existe un recuerdo

Existe un recuerdo que no me deja en paz, que no se me quita de encima, que me distrae a cada instante. Me lo imagino por momentos como un niño insistente, que me jalonea a cada instante, para pedirme mi atención, para que escuche sus necesidades, para que no me olvide que él está conmigo. Se me figura también, por momentos, como un mosquito que con el ruido de su vuelo no me deja concentrarme en nadamás, que me aturde con sus giros alrededor mío, buscando el momento en el que me halle desprevenido para atacarme. Es así como podría describir este recuerdo.

Es un recuerdo necio, terco, bastante obstinado. Se niega a escuchar mis súplicas, cuando le ruego se vaya, me abandone, se vaya a otras tierras. "Vete, finalmente, con quien deberías estar, a quien perteneces", le digo por momentos. Parece no escucharme, siempre atengo a los momentos en los que mi mente no se halla ocupada. Allí está, siempre esperando, siempre al acecho, observándome en cada minuto del día, tratando de susurrarme sus palabras por la noche. No quiere que me olvide de alguien, pero es egoísta, pues no sabe que el no poder arrancarme una imagen, yo sufriré mucho.

No le importa que yo trate de defenderme, de justificar mi petición. Dice que no quiere dejarme, porque el día de mañana le necesitaré, que me hará un gran favor. Y le insisto, porqué sé que un recuerdo que vive demasidadas semanas, en la forma en la que él lo hace, no es sano.

Cuando me doy cuenta, estoy sangrando porque intentó lastimarme el brazo; cuando me doy cuenta, siento un leve dolor en mi pecho, porque me propinó un golpe mientras yo trabajaba.

Por momentos, por instantes, tan sólo quisiera levantar el maldito auricular, llamar a alguien, y tras saludarla, preguntando por su bienestar, decirle: "Ya ha llegado la maldita hora en que te lleves tu recuerdo contigo, que aquí únicamente me hace los días terribles. Llévatelo de una vez y para siempre, no me lo dejes más tiempo, que nada mantendré de ti cuando hubiste de huir alguna vez".

martes, junio 26, 2007

Quisiera escribir una carta

Quisiera escribir una carta, una que llevara el principio aquello muy usado de "Mi querida ...". Y que, después, comenzara yo por decirle varias cosas que se hallaban bajo llave en mi corazón.

Expresar mis sentimientos, no solamente los benévolos, no solamente el cariño, el afecto y la admiración. También mencionar que existen en mi rencores por sus faltas cometidas, y que no le he perdonado un par de faltas insignificantes. Decirle que odio su falta de una cosa, y su exceso en otra más.

Ser franco conmigo y con ella, no dejar de mencionar mis errores y faltas, ni tampoco dejar de agradecerle sus atenciones. Decir en qué momentos me arrepentí por mi forma de obrar, y en qué otras me arrancó lágrimas con su actuar.

Y también decirle que las cosas ya han cambiado, y que nunca podrán ser como lo fueron alguna vez, en tun tiempo mejor. Que las cosas han cambiado, quizás para mal, quizás para peor, porque ambos hemos cometido un tropel de errores, un tropel de niñerías, y sobre todo, porque en nuestra mutua incomprensión dejamos de preocuparnos por el otro. Que a cada momento caíamos en berrinches infantiles, que eramos necios y no queríamos escuchar al otro.

Decirle que, aunque las cosas ya no serán jamás como lo fueron, quizás traiga el mañana una nueva esperanza, traiga mayo una nueva relación entre nosotros, aunque no sea como la que tanto disfrutamos los dos.

Decirle, a quien sea, a todos, a ninguno,la verdad y nada más que la verdad, que se hallaba anidada en lo más profundo de nuestros sentimientos; aceptar que la vida cambia, que el tiempo no pasa en vano, y que al cambiar nosotrosen ese tiempo, hacemos también que la vida deje de ser a cada instante como lo era en el pasado. Que el pasado a veces no es más que pasado, y que el futuro no es más que un futuro que tardará en llegar. Que el presente ya no es como el pasado, que el futuro no le traerá de vuelta, por mucho que lo añoremos, por mucho que lo queramos. No importa que pasen dos años en que estemos en vela, esperando su regreso.

A veces hay que aceptar que el pasado se nos fue, que la vida cambió para siempre, que las cosas dejaron de ser como queríamos. Y que es hora de pensar en que adaptarnos es la única forma de salir adelante.

sábado, junio 23, 2007

Sofocándome

Por instantes, durante el día, durante la noche, en cualquier momento, de pronto, sin esperarlos y sin esperármelo, siento que me laceran terriblemente ideas horribles y escandalosas.

El aire parece querer huir de mi, y siento que mi espíritu, al igual que mi cuerpo, se sofoca, se asfixia. Qué cosa más terrible es que el dolor no solamente envuelva mi cuerpo, sino también mi mente. Sentir en el alma terribles latigazos, profundas punzadas, golpes invisibles que llevan mi ser a horizontes más allá de la tristeza, del dolor, de la aflicción.

¿Dónde estás, pensamiento mío, pensamiento ajeno, que no puedo recordarte? ¿En qué mares, en qué montañas has ido a parar, que tu imagen no se presenta ante mí más? ¿En dónde estás, serenidad mía, ahora, hace tanto tiempo que te dejé escapar, al dejar entrar en mi morada la insulsa ilusión?

viernes, junio 22, 2007

Y yo que pensaba estar perdiendo

La noche ha caído ya sobre la tierra, y se esfuerza en cerrar mis párpados. El sueño ya ha caído sobre mí. El sueño de un viernes por la noche, en el que pensaba, hasta hace un par de instantes, en que, por momentos, sentía que estaba perdiendo algo de mi, algo que no era de mi. Algo mío, y algo que no es mío.

Porque, hoy, de pronto, pensé que estaba perdiendo algo importante de mí. Pensaba que debido a las terribles circunstancias, al azar, a la falta de determinación, quizás simplemente a factores que no puedo controlar, había algo que yo había añorado con todo mi ser, y que ahora, de pronto, intemestivamente, había empezado a perder. Poco a poco, desvaneciéndose eso que tanto deseaba, eso en lo que tanto empeño puse, simplemente, porque no puedo nada en contra de la vida, cuando la vida se llama tiempo y espacio.

Mas, ¡ah!, terrible despertar fue el darme cuenta que realmente, yo no estaba perdiendo algo, no. No era que ya lo hubiera perdido -lo cuál me habría destrozado el corazón terriblemente-, y que las esperanzas no estuvieran ya justificadas. Ilusiones insanas, ilusiones pérfidas, ilusiones vanas. Una idea perdida, un ideal olvidado. Un sueño que al que le ha llegado el alba, un alma a la que llegó la derrota irremediablemente. En un mar de lágrimas haría caído mi persona al notar que ya era demasiado tarde, que ya había perdido eso en lo que tanto soñaba, en lo que colocaba mis esperanzas todas. Para siempre y por siempre.

Y en un instante de lucidez leve, pude darme cuenta de que la verdad era mucho peor y quizás no tanto. Porque, para bien o para mal, desafortunada o afortunadamente, eso que yo tanto añoré, nunca pude hacerlo mío. Nunca pude que pasara a ser parte de mi persona -aunque casi lo fue-, y nunca pude hacer que nuestras miradas fueran una sola -aunque muchas veces veíamos juntos-. No se perdió un ideal, un sueño, una esperanza, una idea, un poema, un canto. Y no se perdió nada, porque, lamentablemente, aunque intenté con todo el ardor de mi pecho que fuera parte de mi, nunca pude lograrlo.

Ve y vuela ave de paso, ve y vuela ideal mío, y piérdete en el cielo de las tristezas, acaso en el de las alegrías, que ya no estarás más conmigo, perenne esperanza de mis días y noches, que has huído de tí y al hacerlo también has huido de mi; ve y surca esos grandes cielos, esos grandes mares, piérdete en el olvido de mi alma, piérdete en el olvido de mi mente. Llévate contigo tus recuerdos todos, y las alegrías que me prodigaste también tómalas contigo, que en ellas yace inevitablemente una terrible aflicción.

Vuela, vuela, vuela. No sé si más alto, o si más bajo. No sé si hacia el cielo o hacia el infierno. Quizás nunca lo sepa. Pero vuela, vuela de mi vida, antes de que me arranques la piel, ideal perdido mío.

jueves, junio 21, 2007

Me ha herido recatándose en las sombras

Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino,
feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
Porque no brota sangre de la herida,
porque el muerto está en pie.

Gustado Adolfo Bécquer