miércoles, septiembre 05, 2012

Sone que volvia a tu pasado

Una vez tuve un maravilloso sueno, y en ese sueno yo volvia de pronto, con absurda lucidez, a los dias de tu pasado. Caminaba de pronto por las calles de tu ciudad, que me parecia tan conocida, cercana. Algo tan natural. Y me sentia inmensamente dichoso por estar alli, entre esas casitas sencillas del pequeno pueblo que te vio nacer, en esa oportunidad irrepetible. Deberiamos tener ambos, por aquellos dias, apenas viente anos. Quizas algo menos.

Caminaba con prisa, con ansiedad alegre y adolescente, aun siendo un hombre. Porque, por entonces, no habrias estado con varios hombres que a la postre acabarian por trastornar tus ilusiones, tus esperanzas, y sobre todo, tu auto confianza. Porque yo conoceria lo que te gusta y lo que no. Porque seria mayor que tu. Y sobre todo porque tu no me conocerias, porque no me tendrias desconfianza, y porque tendria conmigo ese factor de la novedad.

Buscaba con furor el numero indicado, en esa calle en la que quedaba tu casa. Pero alli no habia nada. Solo un lugar vacio, verde, abandonado, olvidado. Y sentia profunda, muy profunda desesperacion. Para que haberme mudado a los dias de tu pasado, si no estabas alli, en la casa de tus padres, siendo todavia una nina? Para que estar alli, si no estabas por ninguna parte?

Y hoy ese sueno se hizo realidad, en una gran ciudad, lejos de tu pueblo: cuando camine por los rincones en los que habitaban tus ilusiones, y tus tristezas, y tus miedos. En donde ahora solamente habita tu ausencia, y en donde ahora solamente queda mi dulce, suave, conciliadora melancolia.

viernes, agosto 31, 2012

Auto tortura

Me pregunto si a todos, alguna vez en la vida, nos han torturado la mente y la memoria. Cuando una lusion se hace polvo, por ejemplo: y recordar, recurrentemente, involuntariamente, algun momento funesto, sin que el olvide le alcance a alcanzar.

Yo preguntaria, si es que a alguien mas le ha pasado -y me empiezo a convencer de que nos ha pasado a todos alguna vez-, cuanto tiempo duro esta crisis, y como pudo, al fin, apaciguarla. En que forma, en que manera, en que instante, a traves de que medios, pudo dejar de ser lacerado de manera constante, continua, en la dignidad o en el alma.

Me imagino entonces a un esposo adorando a alguna esposa, en un matrimonio satisfactorio, llegando a casa tras un viaje, poco antes de lo esperado: sorpresa al que iba a sorprender -un lugar comun, por lo demas-, y escuchando, intempestivamente, afuera del cuarto, con dolorosa atencion, los gemidos de aquella duena de sus quincenas. Y sentir que se le rasga el corazon de manera violenta, indescriptible. Reteniendo el aliento, entre la sorpresa inaudita, entre la negacion estupida. Hasta abrir la puerta, deseando que sea otra mujer la que este alli, en la estancia, por algun error, por alguna casualidad inexplicable. Pero no: he alli a la mujer amada, con sudor en la frente, con las piernas descubiertas, y una espalda masculina que le saluda. Y ver, por un instante, las manos aun tomadas: una pieza a cuatro manos. 

Me imagino a un hombre mas bien joven, que avanza hacia el departamento de su ex novia, de quien se ha separado hace unos meses, y a quien no ha visto desde entonces en persona, aunque si en amargas pesadillas y aun peores, dulces suenos (que le asfixian el animo apenas despertar a la depresiva realidad). Me lo imagino ya en el pasillo, con miedo por las venas, de volver a verla, de sentir que aun la ama -aunque bien lo sepa-, y preguntandose, por vez numero mil, si ella le pedira que vuelvan. Luego, abriendo la puerta, tras el aparente silencio, tras la aparente calma, ver el cuerpo colgando de aquella a la que todavia ama, con los ojos bien abiertos, inerme, inerte, los labios entre abiertos, compungidos, palida. Y llevando, por lo demas, como para una cena sofisticada, el vestido de noche en el que, segun el, ella lucia mas hermosa.

Luego, morir a cada instante, nunca acabando de agonizar, cuando ese recuerdo se presenta ante nosotros. Y luchar, luchar, ah!, por dias interminables, en dias que son noche perpetua, aullando en silencio por un pasado mas bien romantico, aunque inalcanzable y ahora inexistente.