jueves, julio 05, 2007

Melancolía nocturna

En este preciso instante, en que me asomo a la ventana del lugar donde trabajo, no puedo dejar de admirarme del silencio que domina todo el firmamento junto a la oscuridad de la noche. En este clima de soledad es que se llena mi pecho de melancolía, de recuerdos, de añoranzas, de sueños e ilusiones.

No puedo dejar de evocar dulces imágenes que hicieron vibrar a mi corazón de alegría, imágenes que en otro tiempo me eran tan preciadas, que tanto cuidaba, a las que recurría en mis momentos de aflicción. Ahora esas imágenes se han vuelto en mi contra, ya que ahora ya no me resultan dulces, sino amargas. Ha sido la vida la que las ha tornado de esa forma. Antes eran fuente de mi alegría, y hoy de toda mi tristeza.

A veces quisiera, francamente, poderme olvidar de ellas. No haberlas tenido jamás en mi mente, jamás tan cerca de mí. No haberlas vivido, no haberlas recordado de manera tan intensa. Haberlas vivido, sí, pero quizás de una manera en que pudiera olvidarlas como cualquier otro evento sin importancia.

Imágenes que me hicieron derramar lágrimas de alegría, lágrimas que me arrancan el llanto de la melancolía y la nostalgia. Terribles son ahora, sombras de un pasado que no pudo llegar a ser, sombras de un futuro que fue mutilado. Recuerdos de mis ilusiones, recuerdos de mi desdicha.

Y es así como debe de ser, porque son precisamente las cosas que más nos agradan, las que más oportunidad tienen, bajo ciertas circunstancias, de herirnos. Y eso es porque les hemos permitido entrar hasta lo más profundo de nuestras corazones.

3 comentarios:

Luis Ricardo dijo...

Y bueno, al margen, felicidades porque second life les está quedando de huevos. El pedo como siempre, es la interacción con los demás.

Anónimo dijo...

Seguro las imágenes y recuerdos más intensos son precisamente los que al traerlos de nuevo a la mente nos duelen más, pero piensa esto, si no los hubieras vivido con intensidad habrías desperdiciado esos momentos que inundan la vida de eso, de vida.

Carlos Alberto Cortez dijo...

Remedios: Gracias. Y sí, supongo que precisamente es eso, que la felicidad fue tan grande que dejó un hueco aún mayor.

Pero en efecto esa alegría fue intensa lo suficiente como para dejar una marca indeleble.