sábado, octubre 19, 2013

La mujer en el cafe del Teatro Nacional

Aunque intento llevar a cabo calculos matematicos y logicos en un sabado por la tarde-noche, en el cafe del Teatro Nacional en Praga, simplemente no me puedo acabar de concentrar. Y es que desde que he llegado no he podido quitarle mis ojos de encima a una mujer que me ha parecido suamamente enigmatica, y que esta sentada, en un sofa, enfrente mio.

Desde que llegue me percate de su presencia: estaba con una amiga, quien tras unos diez o quince minutos se fue. Ambas venian muy bien vestidas: en colores oscuros, con mucho porte y elegancia. Parecian llevar una conversacion tranquila, profunda, perdidas en algun tema cualquiera.

Y luego la amiga se fue. Y pense que esta mujer tan atractiva tambien se iria, pero no. Para mi grata sorpresa, se quedo, sola. Me paso por la mente ir a saludarla, decirle algo, buscar algun pretexto, inventarme alguna situacion en la que yo requiriera un punto de vista femenino anonimo. Algo, cualquier cosa.

Y como no lo hice, me quedado viendola desde entonces: admirando su mirada, con un muy pequeno toque de melancolia, y otro de calma. Observo que piensa en algo, perdida en alguna idea, o quizas simplemente sonando despierta. Pero me agrada esa forma en la que toma la taza de te, con las dos manos, con profunda calma, mirando a ninguna parte, con los ojos apenas moviendose.

Por momentos se voltea a alguna parte del cafe, y por momentos se voltea a verme (aunque no demasiado, para tristeza mia). Nos hemos encontrado las miradas tambien, en dos o tres ocasiones, pero no me sonrie, aunque tampoco me muestra expresion de desden. Simplemente me ve, con calma, tranquilidad, serena, pensativa.

No se si se ira en veinte minutos, o cuarenta, o una hora. Mientras ella siga aqui, esperando que inicie alguna funcion, o esperando al novio, o esperando a alguna amiga, o sencillamente haciendo tiempo, la seguire observando casi con tanta calma como la de ella, y observare sus brazos tostados por el sol, y sus largas cejas, y su nariz delicada, su cabello oscuro, su ropa negra y ajustada, elegante, y su figura tan seductora (ligera imperfeccion, la de una mujer, no la de una nina).

A menos, por supuesto, de que yo tenga finalmente los huevos para ir a hablarle de la primera idiotez interesante que se me ocurra.

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