lunes, abril 30, 2007

Cuándo aceptar, y cuándo no (1)

En la vida uno siempre se encuentra con aspectos con los que uno se halla insatisfecho: nuestra vida, lo que sabemos, nuestra experiencia, nuestra cualidades y defectos, las de nuestras amistades, las de nuestra familia...

Así también hay cosas que no nos tienen plenamente satisfechos dentro de la sociedad en general, desde cosas que nos encantan, hasta cosas que nos parecen una aberración.

En ambos aspectos -en lo personal y en lo general-, hay cosas que podemos cambiar, y hay otras que no.

Acerca de aceptar las cosas.

Hay veces en la vida en que es necesario aceptar que las cosas no son como deseamos que sean, y es entonces que debemos, en vez de quejarnos, de estar en contra marea, simplemente aceptarlas. O al menos, eso es lo que se dice por todas partes hoy día.

De ejemplos hay millares: el lugar en donde nos tocó nacer, el lugar en donde nos tocó vivir, la educación que recibimos, la situación socio-económica del país, las cualidades y defectos propios, las de nuestra pareja, nuestro físico...

Y es que, muchas veces, sí es preciso aceptar a las cosas como son -o al menos, eso creo, al igual que la sociedad-. A veces, sólo a veces. Como cuando uno se pone a quejarse del lugar en donde nació: ¿podemos cambiarlo? no; ¿las cualidades y defectos de amistades, familia y pareja? quizás no; ¿podemos cambiar nuestro físico? lo dudo mucho; ¿podemos cambiar nuestro pasado? imposible.

Es así que, en muchas ocasiones, sí resulta preciso y sano el aceptar las cosas buenas y malas de la vida. Aceptar lo malo, lo bueno, y también todo lo demás. Ese sería el primer paso hacia una mayor apertura en la vida.

Acerca de no aceptar las cosas.

Aunque efectivamente en muchas ocasiones resulta casi imprescindible aceptar la realidad nuestra, es también cierto que en ocasiones hay cierto espacio de duda, cierto campo de acción, que hace que dudemos entre aceptar las cosas como son y entre cambiarlas. Cambiarlas, cambiarlas, cambiarlas.

Ahora bien, la cuestión más importante es ¿cuándo aceptar, y cuándo no?

Una primera idea es: tratar de cambiar las cosas cuando es posible, y cuando no, simplemente aceptarlas. Muy simple, quizás en demasía. Pero, finalmente, práctica y realista.

Así por ejemplo, si bien no es posible cambiar las cualidades y defectos de nuestra pareja, sí es posible que ésta deje de serlo; quizás no estemos de acuerdo con nuestro físico, pero sí podemos mantenerlo sano, con lo cual ya habremos ganado mucho; quizás no estemos de acuerdo con nuestro pasado, pero sí podemos cambiar nuestro futuro, en vez de aceptar la ruta que hasta entonces llevábamos.

Desde luego que a veces no es tan sencillo, ya que en otras ocasiones, la oportunidad de cambiar se nos presente, y quizás no sea la mejor opción tomar el cambio; en otras, el cambio es posible, y hasta deseable, pero resulta tan complicado, que uno piensa que no tiene el menor sentido.

No hay comentarios.: