jueves, junio 28, 2007

Por momentos

Por momentos me hallo pensando sobre qué hacen muchos de mis amigos, tras habernos separado o el tiempo o el espacio. Y me trato de imaginar qué hacen en estos momentos precisos: si leen, si platican, si comen, si sueñan.

A veces dicen que la distancia es el olvido. Y a veces, también, dicen que lo es el tiempo mismo. Que el tiempo cura las heridas. Que la distancia es el apoyo para superar una tristeza. Y quizás sea muchas veces así.

Pero son la distancia y el tiempo actores distintos bajo una amistad. En una amistad, no vienen a hacernos olvidar del amigo, ni que le dejemos de estimar. No es la distancia la que impide que pensemos en él de cuando en cuando, por muy lejos que estemos el uno del otro, ni hace que vivamos como si nunca le hubieramos conocido. Son, en contraparte con una relación pasional, factores que no nos llevan al olvido.

Porque no importa que hayan años luz entre mis amigos y yo, o que nos separen eones tras la última vez de habernos visto, pues si nuestra amistad fue sembrada de manera apropiada, no en terreno fértil, habrá algún día de dar frutos.

No es el olvido lo que se añora con el tiempo, ni con la distancia. Pero, tantas veces, ¡ah! es un bálsamo para quienes no tenemos otra alternativa que esperar que una pasión se vea convertido, por ayuda de ellos, en una amistad, en vez de quedar sumida en un terrible olvido eterno.

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