lunes, septiembre 17, 2007

Soñé que encontraba un libro

Soñé que encontraba un libro, el cual contenía miles y miles de enseñanzas para el espíritu, explicaciones a interrogantes existencialistas, y muchas cosas más. Soñé que lo leía con gran avidez, que conforme iba leyendo cada página, se iba mi espíritu regocijando, confortando, que las dudas huían de mi, huyendo despavoridas.

Soñé que mis problemas dejaban de serlo, no porque tuviera el libro en sus páginas las soluciones a ellos, sino porque, de alguna forma, me daba el valor para afrontarlos. Soñé que ese libro me hacía entender el amor, la ternura, la confianza, la vida, la muerte, los amigos, y la vida misma, no como un concepto, no como un sumario con respuestas, sino como una guía para que yo mismo, por mi cuenta, encontrara mi verdad. Un libro que me ayudara a conformar mi persona a un grado que nunca hube de imaginar.

Y entonces, a través de ello, descubría que era finalmente feliz, sin necesidad de preocuparme por frivolidades, ni miedos tontos, ni prejuicios.

Y soñé, finalmente, que era capaz de regalarle a mis amigos una copia de ese libro, y que ellos, a su vez, encontrarían su propia verdad al leerlo. Que seríamos todos distintos, pero a la vez, iguales. Que la vida sería más justa, menos gris.

Si tan sólo ese libro encontrase, si tan sólo pudiera hacer que la gente lo leyera...

No hay comentarios.: