sábado, octubre 27, 2007

El reloj

Le veo mover las manecillas muy lentamente. Y él parece burlarse de mí. Lentamente, lentamente, se mueve. Y no me importa que se mofe de mí, porque disminuye mi ansiedad el que se mueva lentamente. Cada segundo parece escaparse en una eternidad, y vea las cosas en lento movimiento. Aquí y allá, todo parece perderse en el tiempo.

Y muevo mis ojos por la habitación, tratando de perderme en un millón de cosas. Siempre en un millón de cosas. Trato de que mi mente me mantenga alejado de un pensamiento que me resulta funesto, mientras el tiempo parece avanzar demasiado lento.

Quiero que avance lentamente, porque quisiera tener más tiempo en mí una leve esperanza. Porque, en cuanto acabe el día, y con el día, pronto, una semana, la esperanza será cada día más pequeña.

Y sin embargo, sé que el que haya o no esperanza, el que sea fundada o no, está decido ya, desde hace mucho. Pero como yo no lo sé, me gusta imaginarme que todavía no está decidida, que quizás me resulta favorecedora la vida.

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