sábado, octubre 27, 2007

Me guardo mi tristeza

Me guardo mi tristeza para mí. Me la guardo, como me guardo mi ropa en mi clóset, y como guardo mis vergüenzas en mi mente. La guardaré como se guarda un terrible secreto en el olvido, como se guarda un tesoro terrible en un lugar desconocido. La guardaré como se esconde un defecto, como se esconde un perjurio. Dejarle, simplemente en el olvido.

No exponerla a la luz pública, ni siquiera a los ojos de mis amigos. La guardaré para que no la vean, para que no la toquen, para que no se espanten con ella. La guardaré, no para mí, no porque sea egoísta y me la quiera guardar toda para mí - pues, a final de cuentas, no soy un mártir como para guardarme un dolor para mí solo, y sentirme a través de ello llevado a la perfección.

Sólo sé que la guardaré con recelo, lejos incluso, de mis amigos.

La guardaré, la esconderé, hasta el día en que deje de existir, hasta el día en que muera, hasta el día hasta que se extinga. La esconderé hoy, aunque arda como un fuego fatuo, aunque grite, gima, y lance terribles alaridos. Me la guardaré en el pecho aunque me destroce el alma, y la mantendré quieta con los lazos de mi voluntad.

Porque allí es en donde debe ser guardada, en donde nadie pueda verla, en donde nadie pueda reírse de ella.

La guardaré, y si alguien pasa por enfrente de mí, y ve en mi rostro restos de esa terrible tristeza, lo negaré todo. "Nada ha pasado", diré. Y que nada ha pasado pensaré. Me engañaré, hasta el día en que muera mi tristeza. No quiero lástimas, ni conmiseraciones hipócritas, ni palabras de apoyo de personas a las que francamente no les interesa conocerla - suficiente tienen con sus propias cuitas.

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