lunes, enero 07, 2008

Prejuicios y gustos

Era de noche e íbamos por la ancha calle que lleva de la salida de la ciudad a un pueblo pequeño, el pueblo más mocho del mocho estado. Aire fresco, noche ya bien entrada, luna arriba de nosotros -¿quién sabe en qué pinche fase estaría allí alzada, viendo como centinela lo que no le importa?-. Vidrio abajo, pero sólo un poco, que, aunque hace verano, el viento aulla: huracán en Veracruz.

Se detiene el coche con nosotros en él: roja luz que brilla por encima del lugar donde estaba otra amarilla. Deténganse todos, por favor, que pasa el rey. Y de pronto, lo escupe, como si lo hubiera estado pensando desde hace ya rato, pero duda al principio. Entre abre levemente la boca, y se detiene por segundo y medio: dudas un instante, cosa rara, ya que en tus atropellos siempre la acabas cagando y dices cosas más bien insensatas. Carencia de madurez, supongo.

Abre la boca, y dice que le gustan los hombres de cierta raza que hay sobre la faz en la tierra, extranjeros al nuevo continente: los hombres bárbaros. O en todo caso, lo que le han hecho creer. ¿Alguna vez te has metido con uno de ellos? Esa imitación barata no cuenta, a quien conociste en Aruba. Dices que te gustan. ¡Ah!, claro. Y te digo que es un prejucio: estereotipo. Crece y piensa un poco más, por favor. Me ignoras. Pero entiende que esos son mis gustos. Orgullosa de sus prejuicios, a la que ella llama gustos. Y le gustan los hombres fuertes, machos, bíceps poderosos, y demás. Y otra caracteristica que ya he olvidado: la que estaba de moda en este instante. Moda, estereotipo, la publicidad la vuelve definición de belleza. Mierda, que se lleve el puto diablo a todos los putos publicistas de la televisión, hijos de la chingada que crean segregación.

Y te digo: son prejuicios. Son gustos, me replicas.

Y, momentos después, apenas unas vueltas ha dado la manecilla más larga, y me preguntas si he leído a tal o cual, fulano escritor latinoamericano. No me gustan los autores de América latina mucho, y lo sabes, ¿para qué lo preguntas? No, no lo he leído. ¿Que porqué no lo leo? No me interesa, tía, esos textos se me hacen muy simples, no porque sean simples, sino, porque, no me entretienen. Espera, no me expresé bien. Qué importa. No quiero leerlo, me da flojera: ya leí a algunos de su generación y me morí de aburrimiento. Mejor leo otras cosas.

No tratas de persuadirme amablemente, no hay palabras de: porqué no lo intentas con esta obra, creo que es muy buena, o tiene un estilo interesante. ¡No! solamente merezco tus regaños. Es que eres un tonto, me dices. Qué importa, digo. Eres un maldito prejuicioso, ¿porque esta estúpida idea de que los escritores de américa latina no son buenos? Es una estupidez total leer solamente a autores de Europa. Mi gusto, vieja cabrona, y lo respetas. Con todo respeto, que esos autores tuyos chinguen a su madre: bola de pendejos del boom (no, no ese bom, sino otro boom que nunca fue un verdadero boom pero fue llamado boom). De verdad, que chinguen a su madre: nada personal contra ellos, simplemente, no me gusta. Oye, ya leí a Carlos Fuentes, Benedetti, García Márquez, y quizás lea a Octavio Paz, y a un par más de mi patria, pero es todo. No, ese autor no me interesa.

Prejuicios dices que llenan mi cabeza. Prejuicios estúpidos, osas llamarles.

¿No te das cuenta quecon injusticia obras al llamar a tus prejuicios gustos, y a mis gustos, prejuicios?

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