domingo, octubre 19, 2008

¿Es el amor un capricho?

¿Es el amor un capricho?

Eso es lo que me he queado pensando después de leer una carta. Un capricho, como el desear querer algo por que, simplemente, así lo queremos, no importanto si nos conviene o no. Un capricho, como los que tenemos de niños, en querer tener un juguete, aunque, tras obtenerlo, lo tiremos a las dos semanas al olvido. Un capricho, como de adolescentes, en que queremos el papel principal de la obra, o queremos tener algún puesto de honor, y en cuanto lo tenemos, no hacemos otra cosa que deshacernos de él.

Supongo que todos tenemos caprichos, y hemos tenido toda nuestra vida caprichos, y seguramente los seguiremos teniendo. Algunos más, otros menos. Algunas personas haciendo del capricho el pan de cada día, como niños consentidos, que patalean y lloran hasta que obtienen lo que quieren, y otros, como cosa ocasional, únicamenet apareciendo de cuando en cuando, cada vez menos. Supongo que tiene que ver con la madurez, ¿no?

Como quiera que sea, al observar a mis amigos, a mis amigas, a mis conocidos, a mis enemigos, a mis vecinos, a mis compañeros, y sobre todo, a mi, me parece que el amor está constituido como un capricho en una muy grande cantidad. A veces resulta casi tan imperceptible, o tan normal, esa forma de actuar que yo encuentro infantil, que todo mundo ha comenzado a aceptarla como normal. Normal solamente porque todos lo hacen de esa manera, aunque no sea más que un acto infantil.

Y me acuerdo de lo que me han platicado, de lo que he visto, u oído, como pequeñas escenas de un melodrama, cortos actos de una obra de teatro:

Una chica, estando en un bar, ve de pronto a un hombre que ronda los treinta años, con un cuerpo como el de un toro, mirada seria, como si desdeñara al mundo, con las manos en los pantalones. Y ella piensa que él tiene que ser suyo. Quizás sea porque parece ser un hombre muy masculino, demasiado macho. Quizás porque sus amigas también le encuentran muy atractivo. Quizás, y sólo quizás, porque le recuerda a su padre, con su gran estatura, su cuerpo con algunos kilos de más, una espalda sólida, y una actitud de desinterés por todo. Y cuando se conocen más a fondo, ella se entrega a él, y soporta que él no quiera acompañarla al teatro, al cine, o a las fiestas, porque a él no le importan, porque él quiere quedarse en casa a ver televisión, y tampoco le acompaña cuando ella tiene fiestas, o reuniones familiares. Él se nutre de sexo y más sexo, e incluso cuando tienen problemas, él prefiere su aparente indiferencia, aunque realmente es pasividad. Pero ella sigue con él, porque, ¿así es el amor, no? A veces doloroso, a veces triste. Porque él es, bueno, quien cumple su estándard de belleza, porque para ella fue, él, siempre, un capricho.

Otra chica, sentada en la cafetería de la universidad, con su grupo de amigos, ve que de pronto, un grupo de diez personas caminan, como atraídas hacia un imán, alredor de un hombre extranjero, de unos años mayor a los demás, de piel blanca, sonrisa de publicidad, pelo negro, y una actitud relajada. Él habla y habla, de sí mismo, de lo que piensa hacer en el futuro, de la manera en que piensa cambiar el mundo, mientras presume sus camisas de marca, sus zapatos de diseñador, y sus viajes alrededor del mundo. Y ella cree que él es el hombre que esperaba. Y no importa que él, ocupado en sus admiradores y admiradras, no le ponga demasiada atención, porque ella ya ha decidido que él sea su hombre, no importa si le toma meses, no importa si para ello ella tenga que llamar su atención, hacerle caer en juegos infantiles. Ella lo ha decidido así, y no hay poder humano en el mundo que la haga cambiar de opinión, porque ella así ha sido educada, porque así le han permitido las personas a su alrededor ser. Ella sabe que ese hombre será algún día suyo, aunque ahora no la quiera, aunque ahora no ponga él sus ojos en ella, aunque él ni siquiera sepa ahora mismo que ella existe.

Y así como estos recuerdos, crónicas, pienso en que el amor es meramente un capricho para algunas personas. Hoy día me gusta la gente que hace arte; mañana, las personas que son sofisticada en su vestir. Y pasado mañana, en las personas que son económicamente exitosas. O quizás, mi capricho permanezca constante, y de esa forma, siempre busque la imagen paterna o materna, o busque una pareja que se parezca a mis héroes de la infancia, que se parezca a los galanes de las obras literarias clásicas. Seguir un patrón, tratar de que las personas entren en nuestros moldes, haciendo que la vida, al menos en parte, ya esté decidida.

No, el amor no es un capricho.

Más bien, las personas quieren de su capricho, la imagen de un amor.

O eso creo.

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