lunes, marzo 28, 2011

Quisiera no ser de esas personas

Quisiera no ser de esas personas que se obstinan en no sufrir ante el dolor del dolor, y que quisieran arrancarse a la fuerza las penas del pecho, y que desean en lo más profundo que un inexplicable olvido venga a ahogar sus dolorosos recuerdos, y que una alegría súbita e inesperada venida de ninguna parte les cure esa herida apenas abierta.

Quisiera no ser de esas personas que se obstinan en no sufrir ante el dolor del dolor, y que visten su rostro con una ridícula máscara de alegría en las duras horas, que tratan de engañarse a sí mismas al pretender que un ligero o profundo duelo no llena sus adentros, y que pretenden a través de un falso y efímero optimismo decirse que el dolor no fue hecho para ellos.

Quisiera no ser de esas personas que se obstinan en no sufrir ante el dolor del dolor, y que llenan sus copas de vino o de ron o de crack o de una pasión caida del cielo, y que piensan que pueden andar por la vida siempre, absolutamente siempre, inmersos en la felicidad, comprándola en alguna vinatería, con algún dealer, en algún prostíbulo, o en algún club lleno de personas de buen ver.

Quisiera no ser de esas personas que se obstinan en no sufrir el dolor del dolor, y que se mienten a sí mismas hasta que el efecto o la máscara o la mentira se desgarra con la realidad de la vida, cuando se ven desnudos ante sí mismos, como divertidos y horrorosos mártires de su propia tragicomedia, como supuestas víctimas, que inocentes ante la injusticia de la vida, callan en sus horas de soledad, enmudecidos por la vergüenza de su ingenuidad imperdonable, enmudecidos por la insoportable fatalidad de la vida.

Pero como soy de esas personas...

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